La presión debe ser la justa y recomendada por el fabricante es la adecuada si quieres ir seguro y ahorrar combustible. Como único punto de unión con el suelo, a través de los neumáticos se ejerce el agarre sobre la calzada, y es muy importante para que el neumático trabaje correctamente que mantenga la superficie de contacto para la que está diseñado.
Por ello es tan importante llevar las presiones adecuadas de cara al consumo. Con presiones inferiores a las recomendadas aumenta la resistencia que el neumático ejerce a rodar, lo que supone un aumento del consumo. Según Michelin, un neumático con presiones entre 1 y 2 bares por debajo de las recomendadas pueden suponer un gasto adicional de combustible equivalente a más de un depósito de combustible completo al año.
El efecto de una presión más alta es justo el contrario, pues la superficie de contacto del neumático con la calzada disminuye y lo hace también la resistencia a la rodadura, lo que puede favorecer el consumo de combustible. Pero ojo, a un precio muy alto: un neumático con sobrepresión presenta menos agarre, y aumentan las posibilidades de sufrir un reventón, lo que puede ser tremendamente peligroso.
Con la presión óptima, el neumático cumple la función para la que está diseñado repartiendo el peso del vehículo por la zona de contacto del neumático con el asfalto y en estas condiciones tenemos siempre la máxima seguridad y el menor consumo de combustible.